Como mentora, siempre he tenido claro mi mensaje.
Pero cada vez que tenía que compartirlo en público… algo se me apagaba.

Mi voz se volvía más pequeña de lo que sentía por dentro.
Me temblaba, me faltaba aire, y lo que quería decir se quedaba a medio camino.

Y eso me dolía.
Porque yo había recorrido un camino profundo… pero mi voz no lo reflejaba.

Había días que solo de pensar en grabarme o dar una charla, me entraban sudores.
Y aunque por fuera parecía tranquila, por dentro había una batalla.

Fue ahí cuando descubrí el Método VOZ.
Lo que más me tocó fue que Alfonso también lo había vivido.
No hablaba desde la teoría. Hablaba desde el otro lado del miedo.

Y eso se nota.

Cada sesión fue un desbloqueo. No solo de técnica… sino de verdad.
De quitar capas, de soltar la presión, de volver a confiar en mí a través de mi voz.

Hoy puedo hablar con claridad, con presencia… y sin tener que fingir seguridad.

Y lo más liberador: ya no me da miedo que me escuchen.
Al contrario: ahora sé que mi voz es parte de mi mensaje, no un obstáculo.

Si tú también eres mentora… pero tu voz no te acompaña,
haz este camino.
Porque tu transformación no está completa hasta que tu voz también se libera.”

Nunca pensé que lo mío fuera ‘miedo escénico’.

Simplemente evitaba hablar en público siempre que podía. Y cuando no me quedaba otra… lo pasaba fatal.

La voz me temblaba, sudaba, me liaba…

Era frustrante, porque yo sabía lo que quería decir. Pero sentía que no me salía como quería.

Llegué al Método VOZ un poco escéptico, la verdad. Pensé: ‘bueno, otra formación más’.

Pero me sorprendió. Porque Alfonso lo hace distinto.

Habla desde la experiencia, con mucho respeto, y va directo a lo que importa. Sin teorías rebuscadas, sin ejercicios que no sirven.

A las dos semanas ya notaba cambios. Me sentía más tranquilo al hablar. Más yo.

Ahora, cuando hablo, no me peleo con mi voz. La acompaño.

Y eso se nota en todo: en cómo me escuchan, en cómo me siento y en cómo lidero.”