Desde que somos pequeñitos, sin darnos cuenta, nos pasamos el día vendiendo. A nuestros padres, cuando intentamos convencerlos de que nos dejen salir un rato más. A nuestras parejas, cuando tratamos de ganarnos su apoyo en alguna decisión. A nuestros jefes y compañeros de trabajo, cuando defendemos una idea o pedimos una oportunidad. Vendemos todo el tiempo, pero, curiosamente, no siempre lo hacemos bien.
¿Por qué? Porque muchas veces vendemos buscando solo una cosa: aprobación. Nos obsesionamos con lo que los demás piensan de nosotros. Nos movemos con la necesidad constante de agradar, de encajar en lo que creemos que es el estándar que otros esperan de nosotros. Y aquí está el problema: cuando nos enfocamos en buscar la aprobación externa, dejamos de ser auténticos. A veces, incluso llegamos a hacer o decir cosas que ni siquiera creemos o queremos, solo porque pensamos que eso es lo que los demás valoran.
Esta necesidad de aprobación es la raíz de muchos de nuestros problemas. Cuando vendemos mal, nos frustramos. Nos sentimos inseguros, agotados, y atrapados en una especie de ciclo interminable donde nunca parece suficiente lo que hacemos. Pero aquí está la clave: cuando aprendemos a vender bien, todo cambia.
Vende valor por dinero, no por aprobación
Vender no debería ser un ejercicio de búsqueda de validación. El verdadero éxito está en vender valor, en ofrecer algo que realmente sea útil, importante y significativo para los demás. Cuando entiendes el valor que aportas y lo vendes de manera auténtica, el dinero llega como consecuencia. Es el resultado natural de haber hecho bien las cosas, de haber resuelto un problema o satisfecho una necesidad real. En cambio, cuando solo vendes para sentirte aprobado, te desgastas, te desvías de lo que realmente importa, y el éxito parece escaparse de las manos.
Piensa en una frase que decía Coco Chanel: “La moda se pasa de moda, el estilo jamás”. ¿Qué significa esto? Que lo que realmente perdura es lo auténtico, lo que tiene esencia. Y lo mismo pasa con las ventas. Cuando vendemos desde un lugar auténtico, basado en el valor real de lo que ofrecemos, no estamos persiguiendo modas ni tendencias. Estamos creando algo duradero, algo que realmente impacta.
La libertad de vender sin necesidad de convencer a nadie
¿Te has parado a pensar cuánta libertad hay en dejar de buscar la aprobación de los demás? Ser verdaderamente libre es vivir sin la necesidad de convencer a nadie. Es poder ofrecer tu producto, tu servicio o incluso a ti mismo sin miedo al «qué dirán».
Cuando dejas de lado la necesidad de convencer a todo el mundo, te liberas de una carga enorme. No puedes gustarles a todos, y no pasa nada. La clave está en ser auténtico, en saber quién eres y qué valor tienes. Solo necesitas ser fiel a una persona: tú mismo. Cuando te das cuenta de esto, vender se convierte en un acto mucho más genuino, más fluido y menos estresante.
Vender bien no es una cuestión de truco o técnica. No es un juego de manipulación ni de frases aprendidas. Es algo mucho más profundo: es saber quién eres, qué valor puedes aportar, y tener la confianza de que lo que ofreces es lo que otros necesitan. Esa autenticidad es lo que te diferencia y lo que, a la larga, te ayudará a vender mejor, sin tener que estar continuamente buscando validación externa.
Escribir para mejorar tu vida y tus ventas
Todo lo que escribo sobre la vida y sobre las ventas tiene el mismo propósito: mejorar tu vida y tus resultados. Porque, en realidad, ambas están conectadas. Cuando te sientes seguro de quién eres, cuando ya no necesitas la aprobación de los demás, todo fluye. En la vida, eres más libre y auténtico, y en las ventas, te vuelves más eficaz, porque ya no vendes por miedo o por querer caer bien, sino porque crees en lo que haces y en el valor que ofreces.
Vender bien es un arte, pero es un arte que se aprende. No es algo que dominas de la noche a la mañana, pero cuanto más te conoces a ti mismo y más entiendes lo que puedes aportar, mejor vendedor te vuelves. Y no solo eso, te conviertes también en una persona más plena y segura, en alguien que no necesita convencer a nadie de su valor,